El proceso de socialización del gato se desarrolla de las dos a las ocho semanas, y es cuando establece los vínculos con animales de su propia especie, con otras especies y con el entorno en el que vive.
Será durante la convivencia con sus hermanos y su madre cuando aprenda las conductas sociales de su especie, si el juego es demasiado agresivo será la madre quien se lo haga saber a través de un comportamiento que le haga aprender a no morder y a controlar los arañazos.
Los gatos que son destetados antes de las cinco semanas pueden mostrar una falta de inhibición en la mordida, miedo o agresividad hacia otros gatos o incluso hacia otros animales. Tampoco esto quiere decir que vaya a tener problemas de agresividad en un futuro, pero puede suponer un factor de riesgo si el periodo de socialización del gato no es el correcto.
La agresividad en los gatos puede manifestarse hacia otros de su misma especie, otros animales o hacia las personas. Puede deberse a procesos que afecten al sistema nervioso (tumores, meningitis…), a procesos que conllevan dolor, infecciones víricas o desequilibrios endocrinos. También pueden influir factores genéticos.
Cuando nos enfrentemos a un problema de agresividad felina, debemos examinar a nuestro gato tanto física como neurológicamente. Si se trata de una agresividad que no tiene origen orgánico puede mostrarse en el juego, en las caricias, por miedo, territorial, etc., siendo estas últimas las más frecuentes entre los gatos y las de juego y caricias, hacia las personas.
Si nos encontramos con agresiones leves entre dos gatos, por ejemplo, el dueño no debe interferir, sólo de forma positiva para atraer la atención de los animales hacia otro foco más agradable.
No obstante, a la hora de entrenar al gato y enseñarle a tener comportamientos correctos, debemos tener en cuenta que un gato no hará nunca algo que no desee hacer y siempre querrá saber qué gana si obedece, por lo que le daremos un premio en forma de comida o de cariño si lo hace bien.
Para controlar la agresividad de los gatos, por tanto, primero nos aseguraremos de que no es un problema médico y después seremos constantes, pacientes y amables con nuestra mascota. El gato no asociará disciplina con violencia física.