A la hora de alimentar a nuestro cachorro de gato de menos de un año, es importante que le demos la cantidad adecuada de comida en intervalos adecuados. Deberemos tener en cuenta su estado físico y ajustar la cantidad de comida según sus necesidades. Desde Hill’s nos dan esta serie de recomendaciones iniciales para dar el alimento a nuestra pequeña mascota.
- Pesa al gato
- El veterinario te proporcionará una guía de alimentación y recomendaciones para cada caso
- Evalúa el estado físico de tu gatito con el gráfico de seguimiento lineal del crecimiento. Introduce la fecha y el peso de tu mascota y utiliza el deslizador para obtener la puntuación del estado de tu gato
- Ajusta la cantidad de comida que le das siguiendo el gráfico a medida que tu gatito crece
Además, deberás preguntar a tu veterinario si es mejor que tu gato tenga comida disponible en todo momento, si la debe tener por un tiempo limitado o por raciones (con cantidad de comida medida disponible a horas específicas durante todos los días).
Asimismo, deberá tener agua fresca disponible en todo momento y trataremos de limitar los extras para evitar que gane peso o sufra desequilibrio nutricional. Si observas que no ingiera suficiente agua, puede que contenga demasiado cloro y deberás darle envasada.
Cuando llegue al hogar deberemos darle al principio la comida a la que está acostumbrado pero deberemos establecer con el veterinario su rutina alimentaria más adecuada. Para modificar la alimentación será necesaria una transición de entre cinco y siete días, normalmente, se hará mezclando el alimento viejo con el nuevo e ir quitando el antiguo progresivamente, aunque será el veterinario quien mejor te oriente.
El gato cachorro tiene un estómago muy pequeño, por lo que al principio le daremos varias comidas al día pero de poca cantidad.
En contra de algunas creencias, los gatitos no necesitan leche, incluso a algunos les provoca diarrea la leche de vaca, por lo que si queremos darle le daremos alguna especial para gatos.
Tampoco deberás darle carne cruda, ya que habitualmente tienen bacterias como salmonela, listeria, E. coli, que pueden ser peligrosas para las mascotas y para los dueños de ellas.