Es una de las mascotas menos extendidas pero que, no obstante, va ganando adeptos. Es el cerdo vietnamita que, a través de un entrenamiento cargado de paciencia y atención, son capaces de convertirse en una mascota divertida, juguetona y obediente capaz de alegrar cualquier hogar.
Si los educamos de forma correcta (y son de fácil educación), los cerdos vietnamitas serán capaces de acariciar, vendrán a comer de nuestra mano, los podremos bañar, pasear… Son inteligentes, algo cabezones pero también cariñosos, y una de las mayores virtudes de estas mascotas es su gran olfato, lo que les convierte en buenos rastreadores
Los cerdos vietnamitas son omnívoros y comen de todo. Para ellos existen compuestos de cereales que son los más adecuados para su alimentación, a los que se pueden unir hortalizas, frutas y verduras. Cabe destacar que no deberemos dar a un cerdo vietnamita pienso para cerlos normales, ya que estos piensos están destinados a cebar.
El baño del cerdo vietnamita deberá ser cada tres o cuatro meses, en realidad, estos cerdos no huelen mal como se espera de la especie, no sudan, por lo que únicamente huelen a lo que les rodea. Además, son bastante pulcros, hacen sus necesidades cuidadosamente en su arenero y nunca entran en contacto con sus heces como se podría pensar. También hay que desparasitarlo y vacunarlo en el veterinario.
Las crías de cerdo vietnamita se destetan a las cinco semanas de vida. Durante ese periodo, es la madre quien los cuida y de este modo deberemos lograr que ésta se encuentre tranquila y cómoda.
En las dos primeras semanas de vida, las crías comienzan a descubrir sus sentidos: observan las cosas, identifican olores y objetos. Tras las cuatro semanas de lactancia, separamos a las crías de su madre. En ese tiempo el cerdito habrá tenido que reconocer el olor del hombre y sentirlo como algo cercano. Tendremos que acostumbrarle a comer alimento sólido y a no tener miedo de la presencia de personas.
Al cerdo vietnamita le encanta conocer lugares nuevos, adentrarse en parajes desconocidos… por lo que tendremos que sacarlos habitualmente a pasear. Eso sí, existe algo que no soporta: darle la vuelta con las patas para arriba. Esta postura les hace sentir inseguros y amenazados.