No se debe dar solamente pienso al conejo, sino que su dieta también debe tener heno, importante para su aparato digestivo (sobre todo para los jóvenes y recién destetados), verduras, hojas y hierba frescas (tales como alfalfa, hojas de zanahoria, nabo y remolacha, col, acelga, escarola, apio, lechuga, espinacas…) pienso de calidad (un granulado sin cereales añadidos, de una marca empaquetada, con un mínimo de 16% de fibra o celulosa, y un máximo de 16% de proteína) y agua (siempre disponible en el bebedero).
Respecto a la alimentación, no se debe cambiar de forma brusca la dieta del conejo, sino que hay que ofrecerle poco a poco alimentos nuevos de forma paulatina. Además, un error habitual es programar una dieta escasa en fibra; su ausencia puede favorecer la formación de bolas de pelo en el estómago que pueden provocar procesos de gravedad.
En cuanto al sitio donde vivir, es conveniente que la jaula sea lo más espaciosa posible. Algunas recomendaciones hablan de que el tamaño sea de, como mínimo, 0,70 metros cuadrados por cada medio kilo de peso del conejo. La cama puede ser de heno o paja y se puede poner debajo un poco de tierra para gatos. Es conveniente que salgan de ella al menos dos horas al día para hacer algo de ejercicio, pero siempre deberán estar vigilados para que no haya accidentes.
Sus dientes y uñas crecen mucho, por lo que hay que cortarle las uñas habitualmente, y para gastar sus dientes se recomienda darle una vez a la semana un pan duro para que lo roan y gasten sus dientes.
También hay que tener cuidado con los golpes de calor, por lo que se deberá evitar exponerlos al sol demasiado tiempo y tenerlos a la sombra en lugares frescos y ventilados. Dos veces a la semana, como mínimo, hay que cepillarles el pelo.