Convivir con un gato sordo

Acostumbrarlo a una rutina y evitar que salga a la calle facilita la convivencia.

No todos los gatos blancos son sordos y si se trata de una sordera de nacimiento la causa radica en sus genes, ya que el gen W de los gatos blancos domina en los felinos enteramente blancos y determina el color de sus ojos o la sordera, entre otras características.

Para comprobar si nuestro gato es sordo podemos llevar a cabo varias pruebas, ya que a simple vista puede ser que únicamente nos estén ignorando ante nuestras llamadas. Por ejemplo, podemos encender un aspirador, algo que normalmente asustará al gato, si el gato está sordo incluso querrá jugar con ella. Por otro lado, si cuando llegamos a casa no se acerca a la puerta para ver quién llega, puede ser otro síntoma de sordera. Además, un gato sordo tiene maullidos en tonos más altos, algo que nos puede dar señal también de que no oye bien. Otra prueba consiste en abrir una bolsa de comida o una lata donde el gato no puede vernos, si no tiene ninguna reacción puede ser signo de que su oído no anda bien, o si tampoco reacciona al dar un portazo, algo que suele asustarles.

Otras pruebas que podemos hacerles es la del equilibrio, si vemos que al caminar no lo mantiene y que se acompaña de vómitos pensaremos que nuestro gato pueda estar sordo. Si damos una palmada cuando el gato no mira o incluso mientras duerme y reacciona ante ella, no está sordo. Prueba también con aplausos seguidos.

El gato puede ser sordo de nacimiento o quedarse sordo a raíz de una infección en el oído mal curada. Un tapón de cera también puede producir sordera temporal, por lo que deberemos extremar la higiene de sus orejas para evitar complicaciones. El gato puede volverse sordo, igualmente, debido a su edad avanzada o si le entran en las orejas semillas, palos… cuando salen al exterior.

A la hora de convivir con un gato sordo deberemos tener en cuenta esta limitación y evitaremos sobre todo que salga fuera de la casa, puesto que al no percibir los sonidos está expuesto a mayores peligros. Además, intentaremos acercarnos de frente a él para evitarle sustos y le enseñaremos signos con las manos como “ven”, “sube”, etc. Otra manera de convivir cómodamente es crear una rutina para que, aunque no pueda oírnos, nos vea haciendo los mismos movimientos y en horarios fijos como pueda ser a la hora de la comida. Para llamar su atención podemos apagar y encender las luces y, además, intentaremos darle más cariño a través de caricias que agudicen su sentido del tacto.

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