La estimulación de los gatos

Los gatos son animales muy activos y necesitan mucha estimulación mental para no aburrirse.

El gato es un perfecto animal de compañía, muy cariñoso, limpio y juguetón, pero a veces estos juegos le llevan a ser un poco agresivo y nos muerde o araña las manos o pies. Desde el Centre Veterinari Bitxos nos quieren ayudar a evitar que estos juegos se conviertan en un problema de convivencia para la familia. Para ello existen diversas pautas que puedes adoptar para mejorar esta conducta.

Los gatos son animales muy activos y necesitan mucha estimulación mental para no aburrirse. A veces desarrollan el instinto cazador contra los propietarios, y les divierte “cazar” las manos, brazos, pies o piernas de los dueños.

Para eliminar esta conducta y conseguir mantener una mejor relación con nuestro gato, hemos de seguir ciertas pautas durante el juego, y tener paciencia para que el gato aprenda de nuevo a jugar sin llegar a hacernos daño. Algunos consejos para conseguir este objetivo son:

Usar los juegos y los juguetes apropiados

Algunos de estos juguetes son:

  • Juguetes que botan, pelotas, pelotas geométricas que botan en distintas direcciones
  • Juguetes que se mueven
  • Juguetes tipo “caña de pescar” de cuyo extremo cuelgan plumas o pelo
  • Luces, punteros láser – atención con estos juguetes; se pueden usar junto a los otros, pero no pueden sustituir al resto aunque a nuestro gato le llamen mucho la atención, porque acaban llevando a frustración al animal ya que nunca llega a cazar a la presa, no puede tocarla ni sujetarla
  • Juguetes de gato impregnados en hierba gatera, ya que les atrae mucho y ayuda a calmarlos

El objetivo de este tipo de juguetes es estimular al gato para que corra, persiga, cace y ataque los objetos adecuados, no nuestras manos etc. Cuanta mayor variedad de juguetes tenga, podrá elegir los que más le gusten y no aburrirse de perseguir siempre lo mismo.

En muchas ocasiones, especialmente cuando el dueño pasa mucho tiempo fuera de casa y el gato está solo, debemos planificar un periodo de juego diario, que dure mínimo 15 minutos, en los que juegue con el animal y su atención esté únicamente centrada en el juego. El gato se beneficiará así, tanto de la actividad física, como de la atención en exclusiva del dueño, lo que incrementa los lazos de afectividad hacia éste.

Cuando el dueño esté fuera, el gato debe jugar con los juguetes también. Para estimular esto, conviene ir rotando los juguetes cada 3-4 días, es decir, si tiene un total de ocho juguetes distintos, dejarle fuera sólo tres durante 3-4 días y cambiarlos entonces por otros tres, y así recuperar la atención del gato sobre ellos.
Se pueden considerar como juguetes cajas de cartón para que se esconda, reptadores, muñecos… además de los ya nombrados.

Interrumpir el juego inapropiado

Si ponemos en marcha todo lo anterior y aún así el gato sigue “atacándonos” se pueden usar estímulos negativos para tratar de evitarlo.

El propósito no es castigar o aterrorizar al gato, sino interrumpir el comportamiento indeseable. El estímulo negativo puede ser algún tipo de sonido agudo, una pulverización de agua o de aire comprimido.

El estímulo negativo no puede venir directamente del dueño, sino que tenemos que pensar en algún método para que no lo relacione con nosotros sino con el comportamiento en sí. Es decir, el estímulo negativo no puede ser nuestra mano con una botella echándole agua directamente al gato. Esto es más fácil de realizar cuanto antes consigamos cortar la secuencia de ataque, como explicaremos ahora.

Es muy importante entender que el éxito de este método reside en el momento en que consigamos detener el comportamiento; la conducta de agresividad por predación sigue una secuencia que podemos observar en el animal: desde que está pensando en cómo atacar, se esconde, se agacha, repta, empieza la carrera y finalmente salta a por la mano o pierna. Cuanto antes consigamos detener esta secuencia, mejores resultados obtendremos. Si accionamos el estímulo negativo en el momento en que el animal ya está buscando dónde esconderse, mejor que si lo hacemos cuando ya lo tenemos enganchado de la pierna.

El estímulo más efectivo es el sonido, frente al agua o el aire a presión.

Tan pronto como el gato detenga la conducta indeseable, debe ser redirigido a un comportamiento apropiado, como puede ser perseguir un objeto apropiado como una pelota.

Hay que tener cuidado en no intentar redirigir el juego una vez la secuencia de ataque ha terminado, para que el gato no establezca una relación entre “atacar pierna” y “me tiran la pelota”.

Cuanto mejor podamos predecir el comportamiento, mayor probabilidad de prevenirlo. Para ello hay que observar mucho al gato para conocer sus lugares favoritos para esconderse o atacar (como una esquina, debajo de una mesa…) y, por ejemplo, lanzar una pelota antes de pasar por una esquina del pasillo. O hacer ese lugar inaccesible, siempre que incrementemos la actividad en otra zona de la casa.

Si el animal tolera llevar un collar, puede ser beneficioso ponerle un cascabel, de forma que sepamos donde está. Además, al saberse ellos localizables, muchas veces reducen el comportamiento depredador porque no cuentan con el factor sorpresa.

Otros métodos

Encerrar al animal si el dueño está desesperado y no consigue reducir el comportamiento inapropiado.

A veces la introducción de otro gato en casa ayuda a que el gato redirija sus juegos hacia éste, pero a veces los gatos pueden no interaccionar entre si o pelearse.

Prevención

Para evitar este comportamiento, lo mejor es prevenirlo:

  • No jugar con los gatos ni gatitos con las manos ni los pies, jugar solo con juguetes.
  • Si el animal accidentalmente nos engancha con la boca o las uñas, detener el juego inmediatamente e ignorarlo un rato.
  • Ignorar al animal es un castigo generalmente efectivo, ya que deja de recibir un estímulo positivo. Funciona mejor si los comportamientos positivos también se refuerzan con recompensas (juego, caricias…).
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