Los perros y los gatos poseen un sentido del olfato más desarrollado que los humanos y comunicarse a través del olor es muy importante, algo que se lleva a cabo a través de las feromonas.
Las feromonas son una señal química que, en este caso, lanza un animal y provoca una respuesta en otro de la misma especia, una respuesta que puede ser un cambio de conducta o un cambio en su fisiología. Las feromonas no se perciben conscientemente.
Los animales eliminan feromonas a través de la orina, las haces, saliva, secreciones vaginales o de las glándulas cutáneas, abundantes por ejemplo en la cabeza del perro y en la zona perianal, entre otros lugares.
Existen diferentes tipos de feromonas en perros y gatos, como pueden ser las apaciguadoras, que produce la hembra lactante en las glándulas cutáneas que tiene entre las dos líneas de mamas. Se trata de unas feromonas con efecto tranquilizador y en el caso de los perros se usa con éxito en animales con ansiedad por separación o miedos.
Por otro lado, el gato posee las denominadas feromonas faciales, situadas en Feromonas faciales del gato en el lateral de la cabeza, alrededor de la boca y en la cola. De este modo, cuando el gato frota su cabeza contra un objeto, deja secreciones que también suele dejar al frotarse con otros animales y, en el caso de las hembras, con esas secreciones de las glándulas cutáneas “informa” de lo receptiva que está sexualmente. Las feromonas faciales se utilizan para corregir problemas de comportamiento derivados del estrés, por ejemplo, para reducir el marcaje con orina o para facilitar que el gato se adapte a un nuevo entorno.