Cuando la iguana llega a nuestra casa debemos tener en cuenta varios factores para que viva cómodamente en cautividad y extrañe lo menos posible el clima tropical del que proviene. Además, deberemos tener en cuenta que las iguanas se defenderán si se sienten atacadas y que reaccionan movidas por su instinto de autoprotección, por lo que a la hora de colocarlas en la jaula y manipularlas tendremos en cuenta algunas consideraciones.
Hemos decidido tener una iguana en casa por lo que necesitamos pensar dónde vivirá. Es preciso que sea un lugar amplio ya que una iguana adulta puede medir hasta un metro y medio de longitud. Equiparemos este lugar con todo lo necesario para que viva en perfectas condiciones de habitabilidad.
El terrario deberá disponer de una placa calefactora, un recipiente con comida y otro con agua (de un tamaño que permita a la iguana bañarse en él), ramas secas para que trepe y un tubo de rayos UVB que permitirá que la iguana sintetice de forma correcta la vitamina D3.
Al ser originarias de zonas tropicales de Sudamérica la iguana necesitará temperaturas bastante altas por lo que deberemos conseguir una temperatura de entre 32 y 35ºC en su jaula, que no baje de 27ºC como mínimo. Podemos mantener la jaula caliente calentando también la habitación donde esté la iguana. Para calentar el tanque directamente, podemos colocar una almohadilla pegada al fondo o a la pared posterior de un acuario, o enterrada en arena o grava. También podemos enrollarla en una rama de las que hemos colocado para que trepe.
Manipulación y agresiones
Deberemos tener cuidado al manipular a nuestra iguana, por ejemplo, si la queremos levantar la sujetaremos por las patas y el abdomen y nunca por la cola porque se puede desprender y aunque le nace de nuevo se puede infectar.
Podemos ponerle un trapo negro por la cabeza para tranquilizarla porque si se siente amenazada puede arañar o incluso morder (no es habitual).
La iguana no es agresiva si está domesticada aunque hay momentos en los que puede expresar furia. Podemos, por ejemplo, darle un muñeco de plástico en época de celo y si no queda más remedio se puede castrar aunque expertos señalan que no está comprobado que sea efectivo.
Si no tratamos a la iguana de manera hostil evitaremos que se exprese con mal genio. Nos acercaremos a ella mirándola de frente y evitaremos hacerlo desde arriba, ya que encima de la cabeza tienen un “tercer ojo” que nos verá y hará que se moleste.