La palatabilidad del gato

Se deben tener en cuenta olores, texturas y formas a la hora de alimentar al animal.

Los gatos son, en general, muy delicados en cuanto a su paladar, ya que es muy sensible a las texturas, la forma, el aroma y el gusto y, por tanto, la palatabilidad en el gato es muy importante a la hora de alimentarlo.

La zona del olfato en los animales es, en proporción, grande en comparación con la totalidad del cerebro, siendo del orden de 6 en un gato y de 0,3 en las personas. El umbral de detección de los olores es bajo y depende de la sustancia que lo genera y del aprendizaje adquirido.

La agudeza olfativa se incrementa cuando el gato tiene hambre y disminuye conforme se va saciando. Influye también en la percepción del aroma el sexo, el entorno y la edad del animal y, según va envejeciendo, el olfato es el primer sentido que pierden. Otros factores que hacen disminuir esa agudeza son un aumento de la temperatura, el viento, la lluvia, etc.

Por su parte, el gato percibe las cualidades relativas al gusto a través de las papilas gustativas de la lengua y la cavidad bucal, y pose más de 400 frente a las 9.000 del hombre.

Los gatos están expuestos a diferentes texturas y sabores desde la cuarta semana desde entonces y hasta los seis meses, aquello que perciba será lo que condicione mayormente los hábitos alimenticios del animal adulto.

Los machos son menos receptivos a lo dulce que las hembras y las capacidades sensoriales se van apagando según se hace más viejo el animal. Algunas enfermedades como la diabetes, la disfunción tiroidea o ciertos medicamentos determinan, también, el gusto en el gato.

En cuanto a la textura de los alimentos, la palatabilidad se incrementa en los gatos conforme menos dureza tiene el alimento mayor es su capacidad de rehidratación, incluso se pueden apreciar diferencias en la preferencia de alimentos por forma y textura dependiendo de la raza del animal.

La forma y conductas de alimentación también varían en cada animal, incluso la presentación de la comida, ya que para una misma comida, por ejemplo, prefieren recipientes de porcelana a cristal, plástico o acero (estos últimos les producen aversión).

También es importante cómo coloquemos el recipiente de la comida, ya que el gato organiza su espacio en zonas: donde duerme, donde orina y defeca y donde come y bebe. En general las tres zonas se simultanean por lo que deberemos separarlas por una distancia mínima de 50 centímetros para que el gato no tenga conductas de inhibición frente a cualquiera de las tres cosas (comida, eliminación o descanso).

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