La peritonitis infecciosa felina (PIF) es una enfermedad infecciosa que afecta a gatos jóvenes que provienen de criaderos o guarderías contaminados. No suele darse en gatos adultos que no tienen contacto con otros.
Sobre un 20% de los gatos se contagia por contacto con el virus de la PIF y la mortalidad es muy alta en los que enferman (90-95%).
Los gatos más susceptibles de contraer peritonitis infecciosa felina son los cachorros de poblaciones infectadas, que pueden enfermar entre las 6 y 16 semanas de edad tras perder los anticuerpos que la madre les transfirió con la leche. La PIF es fundamentalmente una enfermedad de cachorros, con una mayor incidencia entre los 6 y 18 meses de edad.
También son susceptibles de infectarse los gastos adultos jóvenes no inmunizados que lleguen a la población infectada desde otro lugar sin infección, o viceversa, es decir, que se llegue un animal enfermo a un lugar libre de virus. Esto puede suceder cuando metemos un gato enfermo de la calle en una casa donde hay gatos sanos.
El estrés producido por el destete, cambio de territorio u otras enfermedades pueden favorecer que se presente esta enfermedad. En pocas ocasiones se encuentra en gatos de más de tres años, aunque a los 12 se presenta un pico de PIF cuando empieza a disminuir el nivel de defensas. El gato susceptible adquiere la PIF por ingestión o inhalación. El lamido entre gatos también es una forma corriente de transmisión.
La transmisión de la peritonitis infecciosa felina puede darse por vía fecal-oral y por las secreciones bucales, nasales y orina; también se han dado casos de transmisión vía uterina al feto.
La peritonitis infecciosa felina, una vez aparecen los signos, tiene una duración que puede ir de los pocos días a varios meses, llegando incluso a un año de evolución especialmente en la forma denominada seca. La llamada húmeda avanza con más rapidez y no con más de dos o tres meses de evolución. Es muy complicado que un gato con signos clínicos se recupere.
Formas clínicas de la peritonitis infecciosa felina
La PIF se presenta bajo dos formas clínicas: la forma efusiva o húmeda, que se caracteriza por la acumulación de líquidos en la cavidad abdominal y/o pleural y la forma seca o piogranulosa, sin acumulación de líquidos y con sinología clínica muy variable.
La más habitual es la húmeda y tiene una supervivencia más baja que la seca, en la que hay mayor desarrollo de inmunidad y puede proporcionar mayor esperanza de vida.
La falta de higiene general, la presencia de otras enfermedades endémicas, la utilización de jardines, huertas o areneros como sanitario pueden agravar la situación. Para ello, la higiene y desinfección de lugares contaminados debe hacerse con soluciones de lavandina o compuestos de amonio cuaternario.
No existe hasta el momento tratamiento curativo sino que únicamente podemos hacer un tratamiento paliativo de de mantenimiento en los gatos infectados.