Existen algunas claves para saber si nuestro perro es hiperactivo. Cuando es cachorro puede tener actitudes que son propias de la edad, pero si vemos que se vuelve adulto y mantiene algunos comportamientos podemos estar ante un caso de hiperactividad.
Primero podemos observar si nuestro perro se comporta así porque está aburrido, tiene ansiedad por separación, está excitado por algún motivo o busca nuestra atención. También es importante descartar desde el comienzo que sea una hiperactividad a causa de una enfermedad, algo poco probable pero que ocurre.
Existen algunos signos que pueden hacernos pensar que nuestro perro es hiperactivo, tales como ladridos, gemidos, destroza objetos o se los come, falta de concentración, reacción ante cualquier ruido, incluso cuando está dormido, no aprende lo que le intentamos enseñar, ausencia de control de los esfínteres, descontrol en el juego llegando incluso a morder, etc.
Cuando el perro se muestre hiperactivo, es mejor alejarse e ignorarlo para que se calme más fácilmente, si lo castigamos deberemos actuar de la misma forma cuando se de ese comportamiento y justo cuando empiece a hacerlo. Sólo recompensaremos cuando el perro esté tranquilo y podamos dominarlo. También podemos hacer que haga mucho ejercicio para canalizar sus energías y agotarse. Si controlamos su nerviosismo durante dos minutos, por ejemplo, le recompensaremos con comida (alagarle o acariciarle podría volver a excitarle).
Para atajar el problema de la hiperactividad de nuestro perro debemos proceder a tratamientos de extinción, castigo o reasociación. El primero de ellos elimina el comportamiento aprendido si sabemos qué lo pudo provocar. Por ejemplo, si el perro empezó a ladrar porque quiere entrar en casa y lo reforzamos porque lo logró, suprimiremos la recompensa de entrar, y lo dejaremos entrar si al cabo de cinco minutos ya no ladra. Por su parte, el castigo resolverá el ladrido si es aprendido o heredado. Nunca le gritaremos o pegaremos, ya que sería contraproducente. Podemos colocarle collares con sonidos que le molestan en el oído, o le duchamos con una manguera de agua, siempre que lo hagamos de manera que no consiga ladrar, ni una vez, sin ser castigado, aunque los expertos apuestan más por premiar ante un buen comportamiento que castigar ante uno malo. Cuando los ladridos son porque falta el dueño deberemos optar por la reasociación, que es un proceso que requiere mucha paciencia.
Ante una situación de hiperactividad en el perro, lo primero será acudir al veterinario si ya empezamos a ver actitudes de descontrol o ansiedad. También es importante el trabajo con un adiestrador para que marque unas pautas a seguir y suavice conductas que faciliten la convivencia entre todos.