El pez rojo puede sufrir algunas enfermedades que pueden paliarse si se detectan a tiempo.
Por ejemplo, existe la denominada enfermedad de Ich o punto blanco, que está provocada por un protozoo parásito llamado Ichthyophthirius multifiliis que se propaga por toda la superficie del pez, incluidas las aletas, llenándolo de puntos blancos.
Estos parásitos pueden estar presentes en el acuario en forma latente o pueden llegar a través de algún pez nuevo. En los acuarios suele haber muchos microorganismos, pero el sistema inmunológico de los peces les mantiene a salvo de ellos; pero sólo hasta que un estado de estrés, causado por ejemplo por una mala calidad del agua, nutrición deficiente, compañeros agresivos… termina debilitando su sistema inmunológico y les hace susceptibles de enfermar.
Si esto sucede, dejaremos de alimentarlos e incrementaremos la temperatura del agua hasta los 30°C durante 48 horas. Con esto lograremos acelerar el ciclo biológico del parásito y acabar con él. Cuando los puntos desaparezcan, disminuiremos de manera progresiva la temperatura y volveremos a darles de comer. Existen también preparados comerciales contra la enfermedad que podrán prever futuras infecciones.
El punto blanco también puede llegar al acuario al introducir nuevos peces. Cuando lo hagamos estaremos alerta de que no presentes síntomas de enfermedades y si no tiene buen aspecto y dudamos, mejor no comprarlos. Un pez rojo sano presentará ojos transparentes, nadará con soltura y mantendrá las aletas desplegadas.
Por otro lado, pueden aparecer sanguijuelas, unos gusanos parásitos externos, visibles a simple vista, y que pueden llegar con las nuevas adquisiciones. Se fijan a la epidermis del pez y, si no son muchas, se las puede eliminar físicamente.
Para solucionar este problema sacaremos el pez del agua y lo aguantaremos con un paño húmedo y fino. Con unas pinzas, cogeremos al gusano del extremo en que está pegado al pez y lo desprenderemos de él con un tirón seco. Daremos mercromina en la zona afectada para evitar infecciones.
Si, por otro lado, observas que tu pez se hincha hasta el extremo de que parece que va a explotar, es probable que sufra de hidropesía. También se aprecia un erizamiento de las escamas hasta que el cuerpo parece una piña.
La hidropesía puede ser de origen bacteriano o vírico, y la calidad del agua es uno de los principales factores desencadenantes. Para solucionarlo se recomienda trasladar al pez a un acuario aparte donde el agua reúna las condiciones idóneas. También es necesario analizar cuidadosamente el agua del acuario comunitario. También habrá que examinar detenidamente a los demás peces para comprobar si existe alguno más con los mismos síntomas.
Fuente: www.mundoanimalia.com