La relación del perro con otros animales

Hablar con lenguajes diferentes puede conllevar la mala interpretación de muchas señales.

Los perros odian a los gatos, persiguen a los zorros, son amigos de los caballos, se comen a los pájaros y algunas razas trabajan pastoreando con ovejas y otras razas las matan. Son gregarios, les gusta vivir en grupo y conviven  con el hombre desde hace miles de años con sus costes y sus beneficios. En gran medida dependen del material genético heredado de los padres y sobre todo del aprendizaje y la impronta en la fase de socialización.

Y… ¿qué es la impronta? Por impronta o troquelado (imprinting ) se entiende el proceso (o procesos) por el cual un miembro de una especie dada adquiere preferencia por interactuar social o sexualmente con determinado tipo de individuos como consecuencia de la experiencia

Los primeros pasos de los perros durante sus encuentros con otros animales, bien sean éstos de la misma especie o distinta, siguen unos esquemas de comportamiento relativamente estables.

Los perros se comunican entre sí mediante señales corporales, sonidos y olores químicos. En estas ocasiones, cualquier movimiento del rabo, de las orejas o de otras partes del cuerpo y cualquier sonido que emita el otro animal se interpreta según un lenguaje canino.

La posición de las orejas y la cola nos dice mucho acerca de su estado de anímico. El encuentro de dos machos que se desconocen, es como un ritual: se acercan el uno al otro con pasos airosos y con la cabeza y la cola erguidas. Los perros más inseguros se empequeñecen agazapándose y levemente echando las orejas hacia atrás, mantienen la cola apretada entre las patas y no dejan que otro perro les huela por detrás, en cambio un perro dominante (Alfa) se agranda erizando el pelo de la nuca y el espinazo, se pone rígido y tenso y clava en su antagonista la mirada.

La mirada fija suele ser señal de amenaza, si el dueño de un perro mira fijamente a su perro, por regla general el animal desviará la mirada y se mostrará sumiso.

Aquí es dónde surge el problema con muchos animales, al hablarse con lenguajes diferentes les lleva a una mala interpretación de muchas señales.

Por ejemplo: perro y gato muchas de las veces no pueden entenderse, entre otras cosas, porque las señales emitidas entre ellos tiene distintos significados. Al acercarse un perro a un gato el gato le mirará fijamente al perro, así que el perro con la cola levantada verá que el gato no desvía la mirada con lo que se lo tomará como que el gato le está amenazando aunque para el gato la amenaza venga de la posición de la cola y el lomo erizado (para decirle al perro lo grande que es…), si el gato se queda quieto será muy raro que el perro le ataque, normalmente atacan y persiguen a los gatos, cuando estos echan a correr, al perro se le levanta el instinto de caza y corre tras su presa.

El perro también se comunica con el hombre aunque, en ocasiones, muchos dueños no entienden determinados despliegues conductuales que tiene su perro como fin primordial de comunicarse con su dueño y se comportan de forma incorrecta con su perro.

La comunicación consiste en la transmisión de un mensaje entre un emisor que lo codifica según un código y un receptor que lo interpreta o decodifica según ese mismo código. La comunicación implica intencionalidad por parte del emisor: esta intencionalidad puede objetivarse  en un proceso por el cual la conducta de un individuo afecta a la conducta de otro individuo.

En realidad, los etólogos hablan de comunicación cuando la conducta de un individuo cambia la probabilidad de aparición de una determinada conducta en el receptor.

Muchas veces este mal entendimiento entre el dueño de un perro y su perro es motivo de la “humanización” que hacemos de nuestro perro y siempre tenemos que tener muy presente que todos los perros descienden del lobo, no son niños.

La impronta es de gran importancia, ya que gatos y perros que hayan vivido juntos desde pequeños son capaces de comprenderse y de comportarse según esquemas comunes (esto puede extenderse a la relación de perros con otros animales).

El perro y el gato cuando logran superar el problema de comunicación empleado en sus lenguajes diferentes son capaces de comprenderse y comportarse tranquilamente unos con otros.

El perro no encuentra ninguna dificultad en vivir también con otros animales. Lo importante es que el cachorro haya tenido ocasión de socializarse y por tanto desarrollar la capacidad de comunicarse y fraternizar también con otros individuos.

Unos cachorros que durante el período de socialización viven junto con ovejas o con vacas, desarrollan la capacidad de comunicarse y fraternizar con estos animales también de adultos sin ningún problema.

De este modo, es como precisamente los pastores, además de disponer de razas genéticamente predispuestas y adaptadas para este fin, han tenido y continúan teniendo, la costumbre de hace convivir a sus perros con sus rebaños y sus manadas.

Con una buena socialización es posible ver a perros y gatos juntos, quizás no jugando, pero si compartiendo hogar.

Autor: Eva Dengra. www.adiestramientocaninogranada.com

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