La tortuga rusa presenta una forma redondeada, caparazón con manchas oscuras y patas y cabeza de color marrón. Las patas son fuertes, con escamas y cuatro dedos en cada una. También presenta uñas muy resistentes y puede llegar a medir 20 centímetros de largo. La tortuga rusa posee una constitución que la facilita la excavación de galerías profundas.
En la edad adulta el macho se diferencia de la hembra en que tiene la cola más larga y ancha y los escudos anales más abiertos. La tortuga rusa proviene de las estepas y zonas semiáridas con climas muy secos y fríos.
La tortuga rusa es herbívora y come plantas silvestres y vegetales como diente de león, heno, lechuga, escarola… No deberemos abusar de espinacas y col porque tienen demasiado ácido oxálico y tampoco del tomate o el pepino. Nunca le daremos fruta y completaremos su alimentación con calcio, adecuado para su rápido crecimiento.
La hibernación en la tortuga rusa adulta es necesaria ya que contribuye a su apareamiento. Tampoco debemos mantenerla en interior demasiado tiempo y le proporcionaremos un sustrato lo suficientemente hondo para que pueda excavar, además de un lugar en el que poder estar a una temperatura de 32 a 35ºC. También deberá tener siempre a su disposición un plato no demasiado profundo con agua para beber y poder bañarse.
Si la alimentamos bien, la tortuga rusa será muy resistente. Si la tortuga rusa vive en zonas donde el invierno no es muy duro se puede hacer que hiberne en alguna nevera pequeña con humedad y temperatura controladas. El lugar donde viva deberá ser espacioso para que pueda dar largos paseos, también se recomienda facilitarle algunos obstáculos y cuestas, además de cuevas donde se puedan esconder en los momentos más calurosos del día. No se aconseja mucha humedad porque pueden tener enfermedades pulmonares.
Foto: Petclic.